Estos días hemos conocido por la prensa el enésimo patrocinio de la Generalitat de Cataluña a un libro de claro contenido expansionista, que de nuevo reivindica la catalanidad de las comarcas orientales aragonesas, poniendo en cuestión la “adscripción administrativa” de ese territorio a la Comunidad Autónoma de Aragón.
Para la Generalitat todo aquel territorio donde se habla, aunque sea de forma minoritaria, el catalán o sus variantes forma parte de Cataluña, indebidamente adscrita a otras administraciones extranjeras.
El idioma se ha convertido para las autoridades nacionalistas catalanas en un factor de expansión y reivindicación territorial.
A ello se une el viejo contencioso de la apropiación de las obras de arte de las parroquias orientales de Aragón y los frescos de Sijena que se exhiben en el llamado Museo Nacional de Cataluña como si fueran propias.
En este contexto, que no es nuevo, sino por el contrario reiterativo y enojoso, sorprende que determinadas instituciones aragonesas, y en particular el Ayuntamiento de Zaragoza, convoque todos los años para las Fiestas del Pilar un concurso de coplas en catalán y aragonés, dos idiomas que ni se hablan ni son propios de la ciudad.
Sorprende que cuando las autoridades vecinas pretenden utilizar la expansión de su idioma con fines políticos y anexionistas, desde el Ayuntamiento de Zaragoza se contribuya a esa política creando un premio a las coplas en catalán, que es un idioma que siempre ha sido ajeno a la ciudad de Zaragoza.
Estos días hemos conocido por la prensa el enésimo patrocinio de la Generalitat de Cataluña a un libro de claro contenido expansionista, que de nuevo reivindica la catalanidad de las comarcas orientales aragonesas, poniendo en cuestión la “adscripción administrativa” de ese territorio a la Comunidad Autónoma de Aragón.
Para la Generalitat todo aquel territorio donde se habla, aunque sea de forma minoritaria, el catalán o sus variantes forma parte de Cataluña, indebidamente adscrita a otras administraciones extranjeras.
El idioma se ha convertido para las autoridades nacionalistas catalanas en un factor de expansión y reivindicación territorial.
A ello se une el viejo contencioso de la apropiación de las obras de arte de las parroquias orientales de Aragón y los frescos de Sijena que se exhiben en el llamado Museo Nacional de Cataluña como si fueran propias.
En este contexto, que no es nuevo, sino por el contrario reiterativo y enojoso, sorprende que determinadas instituciones aragonesas, y en particular el Ayuntamiento de Zaragoza, convoque todos los años para las Fiestas del Pilar un concurso de coplas en catalán y aragonés, dos idiomas que ni se hablan ni son propios de la ciudad.
Sorprende que cuando las autoridades vecinas pretenden utilizar la expansión de su idioma con fines políticos y anexionistas, desde el Ayuntamiento de Zaragoza se contribuya a esa política creando un premio a las coplas en catalán, que es un idioma que siempre ha sido ajeno a la ciudad de Zaragoza.
Desde la Asociación Lengua Común reclamamos que desde el Ayuntamiento de Zaragoza cese toda medida de apoyo o promoción del idioma catalán, primero, por tratarse de un idioma extraño a la ciudad de Zaragoza y, segundo, por contribuir a una política expansionista claramente agresiva contra los intereses y la identidad de Aragón.